¿Por qué la paz es un negocio rentable para la empresa privada?

¿Por qué la paz es un negocio rentable para la empresa privada?

Por Michelle Bernier y Maria Amaré

Las guerras como las conocíamos llegaron a su fin. La división ideológica que polarizaba a la humanidad y daba orden a las guerras del mundo quedó atrás. En su lugar, la cantidad de empresarios y empresas que venden armas o experiencia y apoyo militar ha aumentado, lo que a
menudo se cree que prolonga el conflicto y la inestabilidad por representar un buen negocio. Pero ¿es realmente la guerra un negocio más lucrativo que la paz?

Barbera (1973) solía decir que la guerra y la paz no difieren en los objetivos que se persiguen, sino en los medios que se utilizan para alcanzarlos. Aunque la guerra representa la violencia humana en su forma más intensa, es algo más que solo violencia. Von Clausewitz (1911) definió la guerra como «un acto de violencia destinado a obligar a nuestros adversarios a cumplir nuestra voluntad».

La naturaleza de la guerra ha cambiado con el paso del tiempo. Mientras que el nivel de violencia disminuyó, el número de guerras en el mundo parece haber alcanzado un nuevo matiz, como por ejemplo, el de las guerras económicas o comerciales.

Una guerra comercial es un conflicto económico entre países. Esto lleva a los dos países a imponer políticas comerciales proteccionistas en forma de barreras comerciales. Estas barreras pueden imponerse de muchas maneras diferentes, incluyendo, entre otras, aranceles, cuotas de importación, subvenciones nacionales, devaluación de la moneda y embargos.

Otro tipo de guerras comerciales, son las que se basan en debilitar el poder de combate de un adversario atacando su cadena de suministro. Por ejemplo, entre 1944 y 1945 Alemania no tenía reservas de petróleo natural, lo que hizo que Alemania dependiera por completo de las
fuentes nacionales. Los repetidos bombardeos de las plantas de aceite en el verano de 1944 redujeron permanentemente la oferta por debajo del consumo. En el momento de la ofensiva de las Ardenas de diciembre de 1944, los planes alemanes se basaron en capturar las reservas de
combustible de los aliados para poder lograr su éxito (USSBS, 1946: 8-9).

No hay duda de que cualquier tipo de guerra destruye el capital físico y humano, sin embargo, el impacto de la guerra en el PIB per cápita no está claro. Por un lado, la guerra puede aumentar el PIB per cápita al reducir el desempleo y desplazar a las personas de la formación de familias y otras actividades ajenas al mercado a la producción en tiempos de guerra. Por otro lado, la guerra puede reducir el PIB per cápita al afectar la productividad total de los factores y la mano de obra mediante la destrucción del capital físico y humano existente y minimizando la inversión en nuevo capital físico y humano.

Esta ambigüedad se debe fundamentalmente a la forma en que la contabilidad del ingreso nacional se ocupa de asesinar personas y destruir cosas durante la guerra. La producción de armas y municiones se contabiliza positivamente, mientras que la matanza de personas y la destrucción de cosas no se contabilizan en absoluto.

El impacto económico de la violencia en la economía mundial en 2019 fue de 14,5 billones de dólares. Esta cifra equivale al 10,6% de la actividad económica mundial (producto mundial bruto) o a 1.909 dólares por persona. La violencia sigue teniendo un impacto significativo en los resultados económicos en todo el mundo.

Asimismo, el impacto económico mundial de la violencia puede entenderse como el gasto y los efectos económicos relacionados con «la contención, la prevención y el tratamiento de las consecuencias de la violencia’’. Entre los indicadores que permiten el cálculo de este impacto, es importante destacar el efecto multiplicador, el cual representa los efectos del flujo de los costes directos de la violencia, como los beneficios económicos adicionales que se derivarían de la inversión en el desarrollo de empresas o mejoramiento a nivel de infraestructura, en lugar de los costes menos productivos de contener o afrontar la violencia.

Un dólar de gasto puede crear más de un dólar de actividad económica. El efecto multiplicador es un concepto económico utilizado con frecuencia, que describe la medida en la que el gasto adicional mejora la economía en general. Por lo que, los recursos empleados para afrontar y contener la violencia, tarde o temprano terminan desvaneciéndose. En cambio, los recursos que se invierten en la construcción de paz y en pro del desarrollo, se multiplican.

Ante este hecho, el punto de vista de Hobbes plantea un asunto interesante: ¿Puede definirse la paz simplemente como la ausencia de guerra? (Grieves, 1977). Pues claramente no es así. Hemos observado cómo a nivel mundial, a pesar de la disminución de las cantidades de guerras activas, los índices de violencia han aumentado.

La violencia y la inestabilidad persisten en gran parte del mundo y el gasto anual de billones de dólares en actividades militares es insostenible, por lo que es necesaria la implementación de métodos alternativos para fomentar la paz. Un activo valioso pero desaprovechado es la comunidad empresarial. Las empresas y la paz suelen entenderse como conceptos opuestos, pero las crecientes pruebas de su asociación sugieren que las empresas no deberían ser excluidas del amplio abanico de actores que trabajan por la paz.

Principalmente, se ha dirigido la atención a la comprensión de las empresas como parte integrante del problema en los Estados afectados por conflictos, subestimando el hecho de que son una parte importante de la solución. Siendo los motores de la actividad económica, las
empresas pueden fomentar la paz de múltiples maneras y facilitar la transición de la dependencia de programas sociales, hacia el progreso autosostenible.

Las empresas desempeñan un papel fundamental en la creación de riqueza y en la promoción del desarrollo socioeconómico, así como también en la contribución (directa o indirecta) a la prevención y resolución de conflictos violentos. A medida de que las economías de mercado se generalizan y las empresas se convierten en actores incluso más importantes que los propios Estados en las sociedades de todo el mundo, su rol se vuelve cada vez más activo.

El sector empresarial es cada vez más consciente de su cómo sus acciones pueden tener impactar positiva o negativamente en la sociedad. Peter Sutherland, Presidente de BP y Goldman Sachs establecieron que ‘‘…Forma parte de la construcción de buenas empresas sostenibles el ayudar a establecer sociedades seguras, estables y pacíficas. Las empresas prosperan donde prospera la sociedad’’. Un sector empresarial realmente próspero y sostenible necesita de paz para existir, así como también la paz necesita de la iniciativa privada.

La paz y la prevención de conflictos impactan positivamente de forma directa en las empresas, tales como una mejor inversión, puesto que la paz representa un conjunto de buenas oportunidades, al proporcionar al sector privado clientes, empleados cualificados, proveedores locales e inversores. Además de eso, se puede observar una reducción de los costes operativos, ya que lo más probable es que unas condiciones pacíficas y estables reduzcan algunos de los principales costes operativos de las empresas, como la gestión de riesgos, la seguridad y los gastos de personal.

El aporte del sector empresarial a la construcción de paz, además de una responsabilidad ética, es una oportunidad de negocio. Las empresas, desde su gestión y mediante iniciativas concretas, inciden positivamente en la construcción de paz cuando contribuyen en la generación condiciones sociales, políticas, ambientales y culturales inclusivas y justas. También aportan a la paz cuando construyen relaciones de confianza y promueven la solución pacífica de diferencias entre actores sociales, públicos y privados.

Recientes investigaciones realizadas por la Organización de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, concluyen que es una necesidad urgente que la comunidad internacional vuelva a centrarse en la construcción de sociedades pacíficas y la prevención de conflictos violentos, que calculan podrían ahorrar entre $5 mil millones y $70 mil millones por año.

Por lo que es correcto afirmar que la guerra es un negocio, pero la paz es un negocio aún mejor. Una sociedad pacífica permite a los ciudadanos realizar sus propios proyectos de vida y facilita el intercambio libre entre individuos, lo que trae consigo la generación de empleo, riqueza, prosperidad y oportunidades, cuestiones que en contextos violentos se vuelven más cuesta arriba.

Bibliografía

  • BARBERA, H. (1973). Rich nations and poor in peace and war. Lexington Books, Lexington, Mass.
  • GRIEVES F. (1977) Conflict and order: an introduction to international relations. Houghton Mifflin, Boston.
  • Institute for Economics & Peace. (2020). Global Peace Index: Measuring Peace in a Complex World, Sydney. Available from: http://visionofhumanity.org/reports
  • The Prince of Wales Business Leaders Forum, International Alert, Council on Economic Priorities. (2020). The Business of Peace. Available from: https://www.international-alert.org/sites/default/files/publications/The%20Business%20of%20Peace.pdf
  • United Nations and World Bank. (2018). Pathways for Peace: Inclusive Approaches to Preventing Violent Conflict. Executive Summary booklet. World Bank, Washington, DC. License: Creative Commons Attribution CC BY 3.0 IGO.
  • US Strategic Bombing Survey (USSBS) (1946). Summary report (European war), Washington DC: US Government Printing Office.
  • VON CLAUSEWITZ, K. (1832). Vom Kriege. Ferdinand Dümmler, Berlin. (English ed. : “On War”, London, 1911).